Todo volvió a mi memoria a raíz de la última ejecución que se produjo en ese país tan "civilizado" como es Estados Unidos. De pronto recordé a David Castillo, aunque lo cierto es que me acuerdo de él de vez en cuando y me digo "tengo que buscar por internet a ver que pasó al final". Justo hace un mes fue el día, y descubrí lo peor: fue ejecutado el 23 de septiembre de 1998, hoy se cumple el noveno aniversario de su muerte.
Pero empezaré por el principio. En el instituto elegí la asignatura de Ética en lugar de la de Religión, algo bastante raro entonces, en la que eso de la controvertida "Educación para la ciudadanía" quedaba muy lejos. Ni que decir tiene que éramos cuatro en clase, entre ellos un Testigo de Jehová. En una de las clases, la profesora nos puso un reportaje sobre un condenado que estaba en el corredor de la muerte a la espera de su última oportunidad, la última apelación para evitar la inyección letal que acabaría con su vida unos años más tarde.
No recordaba muy bien los hechos que llevaron a David a su situación, sólo la sensación de que le habían cargado el muerto un amigo o familiar suyo. Buscando información sobre el caso, localicé un artículo en el New York Times en el que relatan varios casos de ejecuciones donde la culpabilidad de los condenados era más que dudosa, entre ellos David Castillo. Resumiendo, se le acusaba de haber asaltado una tienda y apuñalado a su dueño, pero, esta persona no había muerto por las heridas causadas en el atraco, sino por una negligencia médica al ser operado de las heridas. Pero según las leyes de Texas, era considerado culpable de asesinato el que había originado las lesiones en lugar del que había causado la muerte, en este caso el médico, algo completamente absurdo, pero bueno, que se puede esperar de un Estado gobernado en aquella época por el "amigo" Bush, actual presidente del Reino.
El resultado: tras 14 años en el corredor de la muerte, David Castillo, que tenía 18 años cuando fue encarcelado, fue ejecutado, sin pruebas concluyentes y con bastantes sospechas de que el culpable había sido un antiguo compañero de piso. Pero las autoridades ya tenían a su condenado perfecto, de origen hispano y sin medios económicos para poder defenderse. Solo hay que mirar un poco en las estadísticas de ejecutados en la página oficial del Departamento de Justicia de Texas.
No recordaba muy bien los hechos que llevaron a David a su situación, sólo la sensación de que le habían cargado el muerto un amigo o familiar suyo. Buscando información sobre el caso, localicé un artículo en el New York Times en el que relatan varios casos de ejecuciones donde la culpabilidad de los condenados era más que dudosa, entre ellos David Castillo. Resumiendo, se le acusaba de haber asaltado una tienda y apuñalado a su dueño, pero, esta persona no había muerto por las heridas causadas en el atraco, sino por una negligencia médica al ser operado de las heridas. Pero según las leyes de Texas, era considerado culpable de asesinato el que había originado las lesiones en lugar del que había causado la muerte, en este caso el médico, algo completamente absurdo, pero bueno, que se puede esperar de un Estado gobernado en aquella época por el "amigo" Bush, actual presidente del Reino.
El resultado: tras 14 años en el corredor de la muerte, David Castillo, que tenía 18 años cuando fue encarcelado, fue ejecutado, sin pruebas concluyentes y con bastantes sospechas de que el culpable había sido un antiguo compañero de piso. Pero las autoridades ya tenían a su condenado perfecto, de origen hispano y sin medios económicos para poder defenderse. Solo hay que mirar un poco en las estadísticas de ejecutados en la página oficial del Departamento de Justicia de Texas.
Descanse en paz.
1 comentarios:
Recuerdo que leí un extenso artículo en un semanal sobre Amnistía Internacional. El mayor porcentaje de los condenados a pena de muerte eran, casualmente, negros, sudamericanos, deficientes mentales, etc....
Triste, pero cierto.
Mi amigo Carlos es malagueño de toda la vida. Es muy moreno. Le tocó en un concurso un viaje a Chicago. Le advirtieron que dijera siempre y ante todo que era español, pues estaba mejor visto que ser mejicano. Se vería metido en menos líos, de verse metido en alguno. Horrible, ¿no? Y eso fue el pasado año.
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