
Lo malo es que, como dice La Mala: Dos cosas flotan en el agua, la mierda y los barcos. Y con el tiempo todo se sabe, porque ya no son tan amiguitos de aquel y empiezan a "largar" lo que "otros dijeron", fijate; y toca despellejar al otro, y hacer bromitas y comentarios en plan "si estuviese este aquí seguro que...." je je je... Y todos somos cómplices, unos con razón y otros por el puro placer de criticar.
No me gusta ser partícipe de todo eso. Me siento mal, aunque a veces ¡qué coño! da un gustito...
Siempre he tenido una absurda idea: si yo no hago esto, el resto del mundo no lo hará conmigo. Vale, esto requiere un par de ejemplos prácticos.
Ejemplo uno: yo no estoy pendiente de mis vecinos, entonces ellos no estarán pendientes de mi. Es como un "pacto" tonto que evidentemente solo respeto yo, y encima luego me mosqueo cuando me doy cuenta de que ¡ellos no respectan el pacto!
Ejemplo dos: si yo digo las cosas a la cara, el resto del mundo también. Si me molesta algo, lo hago saber, entonces el resto del mundo hará lo mismo. Pues no, hija, no. A esto es a lo que me refiero.
Y yo me revelo y me revelo, ¿conseguirán doblegarme? puff... hoy igual sí, o durante un tiempo, eso se aprende dicen, aunque yo no aprendo. Hago mis esfuerzos, pero llega un punto, ese ¡click! y lo tengo que hacer ¡Kampanilla gruñona y justiciera al ataqueerr!