La Petarda nunca tuvo una buena relación con su suegra. El origen de todo, siempre según ella, era que un día la había echado de su casa. Todo esto lo contaba con el mayor dramatismo posible.
Para situarnos, él vivía en un barrio de las afueras de la capital y ella en un pueblo a unos 10 kilómetros. Una tarde estaban en casa del Chupa-chups, en el salón viendo la tele y apareció la suegra invitándola a marcharse. El Chupa-chus se dispuso a coger el coche de sus padres para acercar a su amada a casa, y la madre le debió decir que de eso nada, que se cogiese un taxi.
Supongo que la suegra llegó a casa cansada, con ganas de estar tranquila en su casa, y se encontró a su hijo con una Petarda (por aquel entonces supongo que no llevaban mucho tiempo saliendo); intentó despacharla sin mucho tacto quizás porque estaba enfadada con el hijo, y cuando le pidió el coche le mandó a paseo.
De este incidente la Petarda había creado una montaña de odio hacia su suegra, insultándola, vamos, no se lo decía a ella a la cara porque sabía de sobra la estrecha relación que mantenía con su hijo, pero vamos, cuando me hablaba de ella la ponía de hija de p*!@ para arriba; e incluso a su novio le decía de vez en cuando alguna barbaridad sobre ella. Siempre que tenían alguna discusión un poco fuerte sacaba lo de "porque tu madre me echó de casa y eso no se lo voy a perdonar nunca en la vida...".
La verdad es que la suegra debía de ser bastante posesiva con sus hijos, todo esto por lo que me llegaba de la Petarda y sus interminables charlas telefónicas con su Cuñá, porque nunca tuve el gusto de conocerla. Aunque la mujer debía de tener lo suyo.
La Cuñá era una chica bastante comedida y debía de tener una buena relación con su suegra, precisamente porque no era tan posesiva y territorial como la Petarda (al final creo que la mala relación entre la suegra y la Petarda era, en realidad, una lucha territorial entre ellas). Quizás por eso la suegra aprovechó la docilidad de la Cuñá, para presentarse un día en la casa que acababan de comprarse el hijo y la Cuñá con unos amigos. Imagino la cara de la Cuñá y del hijo, cuando al entrar a la casa se toparon con la suegra y unos amigos de ella.
Esta historia dio para unas cuantas tardes de teléfono, y se convirtió en uno de los hits más escuchados en los Greatest Hits que la Petarda recordaba de vez en cuando. Y lo aprovechó para poner a parir a la suegra y aleccionar a la Cuñá: "¿Ves? Eso te pasa por buena. Es que no sé por qué has dejado que tu novio le dé una llave a la madre... es que tienes que guardar las distancias como hago yo, que si le das la mano te coge todo el brazo... es que es una tal y una cual..."
Todo cambió cuando a la Petarda le interesó. Su querido Chupa-chups quería comprarse un coche, en principio un deportivo, pero claro, eso no encajaba con la vida familiar que ella había planeado. Al final después de muchas vueltas, y vencido por cansancio como casi siempre, el Chupa-chups encontró un coche al gusto de la Petarda. Un cochazo de mucho cuidado, con camarita para aparcar y toda la pesca. Ella pidió la tarde para ir a la entrega del coche, el evento del año, e incluso la obsequiaron con un ramo de flores. Al día siguiente estaba inaguantable.
El caso es que el coche lo compraron en concesionario en el que trabajaba el padre del Chupa-chups para ahorrarse unos durillos, que por lo que comentaba ella fue nada más y nada menos que ¡un millón de pesetas!. Eso si, para poder comprar el coche en esas condiciones, el coche tenía que ir a nombre del padre. Hora del peloteo: cada dos por tres la Petarda llamaba a su suegra para comentarle como iba lo de la compra del coche y tal y pascual. Aunque por detrás seguía poniéndole, aunque menos, a parir.
Entre tanto entusiasmo, en sus momentos de lucidez, comentaba a su Cuñá algo que había escapado de su control. El coche y el préstamo iban a nombre del padre del Chupa-chups, aunque el coche lo estaban pagando a medias entre los dos, a pesar de que lo condujese él y estuviese ganando un pastón como ingeniero, el Chupa-chups era un rata. La mayor preocupación de la Petarda era que si lo dejaban ¿como demostraba ella que la mitad del coche era suyo? Pero claro, un millón es mucho dinero, y bien merece correr el riesgo. Aunque ella lo tenía todo atado y bien atado.
Para situarnos, él vivía en un barrio de las afueras de la capital y ella en un pueblo a unos 10 kilómetros. Una tarde estaban en casa del Chupa-chups, en el salón viendo la tele y apareció la suegra invitándola a marcharse. El Chupa-chus se dispuso a coger el coche de sus padres para acercar a su amada a casa, y la madre le debió decir que de eso nada, que se cogiese un taxi.
Supongo que la suegra llegó a casa cansada, con ganas de estar tranquila en su casa, y se encontró a su hijo con una Petarda (por aquel entonces supongo que no llevaban mucho tiempo saliendo); intentó despacharla sin mucho tacto quizás porque estaba enfadada con el hijo, y cuando le pidió el coche le mandó a paseo.
De este incidente la Petarda había creado una montaña de odio hacia su suegra, insultándola, vamos, no se lo decía a ella a la cara porque sabía de sobra la estrecha relación que mantenía con su hijo, pero vamos, cuando me hablaba de ella la ponía de hija de p*!@ para arriba; e incluso a su novio le decía de vez en cuando alguna barbaridad sobre ella. Siempre que tenían alguna discusión un poco fuerte sacaba lo de "porque tu madre me echó de casa y eso no se lo voy a perdonar nunca en la vida...".
La verdad es que la suegra debía de ser bastante posesiva con sus hijos, todo esto por lo que me llegaba de la Petarda y sus interminables charlas telefónicas con su Cuñá, porque nunca tuve el gusto de conocerla. Aunque la mujer debía de tener lo suyo.
La Cuñá era una chica bastante comedida y debía de tener una buena relación con su suegra, precisamente porque no era tan posesiva y territorial como la Petarda (al final creo que la mala relación entre la suegra y la Petarda era, en realidad, una lucha territorial entre ellas). Quizás por eso la suegra aprovechó la docilidad de la Cuñá, para presentarse un día en la casa que acababan de comprarse el hijo y la Cuñá con unos amigos. Imagino la cara de la Cuñá y del hijo, cuando al entrar a la casa se toparon con la suegra y unos amigos de ella.
Esta historia dio para unas cuantas tardes de teléfono, y se convirtió en uno de los hits más escuchados en los Greatest Hits que la Petarda recordaba de vez en cuando. Y lo aprovechó para poner a parir a la suegra y aleccionar a la Cuñá: "¿Ves? Eso te pasa por buena. Es que no sé por qué has dejado que tu novio le dé una llave a la madre... es que tienes que guardar las distancias como hago yo, que si le das la mano te coge todo el brazo... es que es una tal y una cual..."
Todo cambió cuando a la Petarda le interesó. Su querido Chupa-chups quería comprarse un coche, en principio un deportivo, pero claro, eso no encajaba con la vida familiar que ella había planeado. Al final después de muchas vueltas, y vencido por cansancio como casi siempre, el Chupa-chups encontró un coche al gusto de la Petarda. Un cochazo de mucho cuidado, con camarita para aparcar y toda la pesca. Ella pidió la tarde para ir a la entrega del coche, el evento del año, e incluso la obsequiaron con un ramo de flores. Al día siguiente estaba inaguantable.
El caso es que el coche lo compraron en concesionario en el que trabajaba el padre del Chupa-chups para ahorrarse unos durillos, que por lo que comentaba ella fue nada más y nada menos que ¡un millón de pesetas!. Eso si, para poder comprar el coche en esas condiciones, el coche tenía que ir a nombre del padre. Hora del peloteo: cada dos por tres la Petarda llamaba a su suegra para comentarle como iba lo de la compra del coche y tal y pascual. Aunque por detrás seguía poniéndole, aunque menos, a parir.
Entre tanto entusiasmo, en sus momentos de lucidez, comentaba a su Cuñá algo que había escapado de su control. El coche y el préstamo iban a nombre del padre del Chupa-chups, aunque el coche lo estaban pagando a medias entre los dos, a pesar de que lo condujese él y estuviese ganando un pastón como ingeniero, el Chupa-chups era un rata. La mayor preocupación de la Petarda era que si lo dejaban ¿como demostraba ella que la mitad del coche era suyo? Pero claro, un millón es mucho dinero, y bien merece correr el riesgo. Aunque ella lo tenía todo atado y bien atado.
4 comentarios:
jajajaaj, cuanto hacía que no leía de la petarda...así que gusta que des movimiento al blog.
Por cierto ahora tienes que contar que pasó con el coche cuando lo dejaron
Un saludo
Buenas, jeje soy la uraniana. Leí tu comentario, no me avisó por correo así que lo leí de casualidad. La verdad es que tienes mucha razón en lo que dices, cuando escribí aquello apenas tenia 17 años, y no está en mi línea decir "he cambiado" porque no creo haber cambiado tanto, pero han dejado de preocuparme ese tipo de cosas, aunque hay algo que nunca cambiará, me cuesta horrores borrar las cosas que he escrito, tanto si tenia 8 años, 14 o los de ahora... creo que es parte de mi historia, y la historia no se debe olvidar.
Hmmm aquello que dijiste de la gente que escucha música ruidosa que no conoce ni dios... por lo menos puedo decir que jamás he ido por ese camino de la sordera jejeje y es una cosa que he notado en algunas personas... esas que te preguntan "qué música escuchas" y cuando contestas te dicen "oh, por favor, eso es muy comercial" eeen fin, eso si que no lo entenderé.
Nunca me he considerado pose (siempre digo poser, aunque no se si esta bien dicho). He pensado que muchas personas que conozco si que lo son. Aunque me planteo si sólo habré visto la paja en ojo ajeno... espero que no jeje.
Bueno, gracias por el comentario :P
buen blog ^^
hmmm parece que hacia muuuuucho tiempo de tu comentario O.o que cosas me pasan xD o se me pasan. Bueno, igualmente te agradezco aquel comentario, y leere más tu blog, haces un buen trabajo.
hasta otra ^^
Lucy, crees que la Petarda le iba a dejar escapar?
Vampirela, gracias por pasarte por aquí. Si, el comentario es de hace un montón de tiempo. Vaya tochazo que escribí, madre mía.
Salu2!
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