No hay peor cosa que estar disfrutando de un espectáculo y que se te siente al lado el típico pesado que se pasa la función hablando con su compañero.
La cosa "mejora" si ese lugar lo ocupa una señora perteneciente a la denominada "tercera juventud" y tiene por compañero, a su marido con, supongo, algún tipo de problema tipo Alzheimer o algo por el estilo. Esta es la única explicación que encuentro a que la señora se pasase todo el rato retransmitiéndole todo el espectáculo, indicándole cada uno de los animales que aparecían en el escenario. Todo esto a viva voz, porque el pobre señor debía de estar, además, un poco sordo.
Y vale, que se trataba de teatro negro y que los artistas utilizaban únicamente sus manos y antebrazos para conformar las figuras, pero vamos, no la estrangulé de milagro. Es que en un momento dado en el que representaban la Navidad con la típica melodía de fondo ¡la tía se puso a cantar la canción!
Mi paciencia se había acabado, empecé a notar los calores en la cara y cuando volvió a la carga con un: ¡ay mira, un ciervo! no pude más que contestarla: ¡NO SEÑORA, ES UN RENO! (estaban representando la Navidad, coño, ¡hasta un niño de 2 años lo sabría!).
A partir de ahí no volvió a abrir la boca, pero bueno, el espectáculo se estaba acabando.
Nos cansamos de aplaudir. Me gustó muchísimo. Se trataba de "The Music in my Hands" representado por artistas de la Academia de Teatro y Cine de Sofía (Bulgaria).
Encima la tía olía mal.
2 comentarios:
Y cuando salió Santa Claus, ¿qué dijo?: "Mira, Chanquete"... ;-)
No salió Santa Claus... gracias a Dios jeje...
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