Historias de una petarda - Capítulo 4 - Detalles

Cuando empecé a trabajar en aquel zulo me encontré con una muchachita, dicharachera y muy habladora: que simpática - pensé - gran error. Al principio me habló, como no, de su pedazo novio ingeniero, de lo bien que lo ganaba etc, etc, pero poco a poco fue tomándose confianzas, y empezó a largar las partes no tan buenas de su noviazgo.

Cierto es que la chica, con motivos o no, era celosa en grado sumo, pero es que el chico, ya sea por lo poco espabilado que era en ocasiones o porque simplemente pasaba o iba de sobrao, tenía unos detallazos... Por ejemplo, él salía de trabajar a las siete de la tarde y ella a las ocho. Él la pasaba a buscar todos los días no antes de las ocho y media tirando a las nueve de la noche, y de su trabajo al de ella, no había más de 20 minutos en coche, atascos incluidos, escusa preferida para justificar que llegase tarde. Esto puede entrar dentro de lo "normal", un chico un poco despistado, tardón, que se entretiene por el camino, pero es que no se queda ahí la cosa.

El Chupa-Chups cada dos por tres dejaba a la petarda hasta casi las once de la noche, esperando a que se dignase a aparecer, y estoy hablando de que, en sus mejores tiempos lo hacía al menos una vez por semana. Así que el plan era el siguiente: ella esperando con la empresa cerrada y todo apagado menos la oficina, jugando al solitario y mientras él... ¿Qué puedes hacer durante casi cuatro horas mientras tu novia espera pacientemente a que la vayas a buscar? Ahhh... misterio misterioso... Su excusa: estaba en una reunión. Vale, hasta las once de la noche, con el teléfono móvil apagado y nadie que cogiera el teléfono en la empresa, además, qué casualidad, siempre le ponían al pobre las reuniones a última hora y sin avisar. Ella no se cansaba de repetir que el jefe del Chupa-Chups era un tal y un cual que le tenía explotado y que no había derecho, pero llegó a un punto en que empezó a mosquearse y él, haciendo un esfuerzo, para no tener broncas, la llamaba a las ocho menos cinco para avisarla de que iba a entrar a la reunión y que le iba a tocar esperar.

Pero hay más. El Chupa-Chups solía viajar a ferias al extranjero. Por más que la petarda le imploraba que estuviesen en contacto, que la llamase, como mucho y haciendo un esfuerzo la llamaba al llegar y se podía dar con un canto en los dientes. El resto del tiempo estaba desaparecido en combate. Ella claro, se desesperaba y se dedicaba a llamarle al móvil, que, o no cogía o estaba apagado o fuera de cobertura. Sus excusas:
*no te he llamado:
porque sale muy caro
porque hemos estado muy liados
(Bueno, vale puede ser, aunque ¿no tenía ni cinco minutos en dos, tres, incluso cuatro días que estaba de feria, para decir "estoy bien"?)
*el móvil estaba apagado o fuera de cobertura:
porque en la habitación del hotel en el que estábamos no había cobertura (El pobre, le debía haber tocado una habitación sin ventanas)
*no te he cogido el teléfono:
es que me le había olvidado el móvil en el maletero del coche (¿Para qué iba a llevar el móvil en el bolsillo como todo el mundo? Lo deja en el maletero del coche para que no se le pierda, normal. Lo extraño es que tuviese cobertura en una garaje dentro del maletero del coche y no tuviese en una habitación de hotel)

Y todo esto me lo contaba la petarda y yo, ponía unas caras de ¿pero qué me estás contando? y al principio la seguía la corriente e intentaba justificar lo injustificable: buenoo, si, andaría liado, es que en las habitaciones de los hoteles, es cierto, que a veces no hay cobertura... (¿?¿?¿?¿?¿?) Pero cuando ya me había llenado el gorro con sus movidas, ya iba a saco, sin decirle claramente: chica, que tu novio se está pasando unas juergas que ni te imaginas, pero, evidentemente, alguna la tiraba en plan: jo, que raro que se dejase el móvil en el maletero, ¿¿nooo?? Y a medida que pasaba el tiempo, más me hinchaba las narices oír, por enésima vez, que la última feria en la que estuvo, no la había llamado, y cada vez me cortaba menos, y la metía más hachazos. Hasta que al final parecían la pareja perfecta, no porque realmente lo fueran, estoy segura de que las cosas seguían y seguirán siempre así, pero supongo que se cansó de oírme decir cosas que no encajaban en su mundo de fantasía.

Y es que en ocasiones era tan ilusa que me daba hasta pena. En cierta ocasión le ofrecieron al Chupa-Chups ir a trabajar a país asiático durante unos meses, bueno, vaya disgusto que se cogió, que hasta adelgazó unos cuantos kilos (que no la vino nada mal) y no por el viaje, ¡que va! Su mayor preocupación era que su novio se liase con una china. Vaya par de meses que me dio... Tanto me tocó las narices que al final la dije: pero si el peligro no está en que se líe con una china, con la que no se va a entender, el peligro está en las occidentales que habrá trabajando en empresas afincadas en ese país o en la embajada, además tu novio se relacionará con gente española que esté trabajando allí, no? Me dejó tranquila durante unos días. Finalmente, el Chupa-Chups no hizo aquel viaje, con lo que pedí yo al cielo que se liase con alguna y mandase a esta a paseo... aunque no sé que hubiese sido peor, el resto de mi vida oyéndola sollozar a diario por el novio ingeniero que la robó una china, puff...

La repera ya, era cuando el Chupa-Chups se cogía vacaciones o puentes sin avisar a la petarda. Vamos, la avisaba, si: si tenía puente jueves y viernes se lo decía el miércoles por la tarde, cuando venía a buscarla, casualmente pronto, quizás para que no le montase mucho pollo delante mío, aunque a ella le daba igual que estuviese yo que no. Así que a ella no le daba tiempo a pedir el día para pasarlo con su amorcito. Lo mismo para las vacaciones. Él se pedía toda una semana, y la avisaba el viernes por la tarde por el mismo método. Evidentemente y con toda la razón, la petada se cogía unos rebotes increíbles, pero vamos, a él le resbalaba. Supongo que pensaba en la semana que se iba a pasar, sin tener que aguantarla, disfrutando como un enano con su primo del alma, pero, vamos, el primo en cuestión merece un capítulo aparte.

Luego, pasa el tiempo, y como se suele decir: "el mundo es un pañuelo", y te enteras, de primera mano, vamos, por uno que le acompañaba después del trabajo, de que el sujeto en cuestión solía visitar un club, como decía mi profesora de literatura, de "señoritas de moral distraida" bastante famoso en la zona norte, y claro, todo acababa de encajar como un puzzle sideral.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin un nuevo capítulo de La Petarda!! Cuanto tiempo esperándolo! Tendrías que fijar un día a la semana para capítulo de La Petarda, porque se empieza a convertir en una novela en la que estamos deseando el siguiente capítulo.No defraudes a tus seguidores!!Pon pingando a La Petarda, explayate!!

sonia f dijo...

Pobrecita Petarda cornuda!!!
Pero es que...se lo merece por huevona, pringada y pagafantas: ¡chica mándalo a escaparrar!

CLNY dijo...

Pobre petarda, la imagino como esas niñas que tienen una mama distraida y que no van por ellas a la escuela!!

Vaya paciencia, solo hay que esperar 20 minutos y ya, a divertirse tia!!

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