Fin de las Navidades

Tal y como comenzó, declaro finalizada en este blog la entrañable época Navideña. Un poco tarde, lo sé, aunque no ha sido a causa de mi gusto por las lucecitas y demás parafernalia típica, sino porque he estado disfrutando, es un decir, de unas merecidas vacaciones. Espero que los Reyes Magos os hayan traído muchas cosas, a mi, ingratos, me dejaron la noche en el que fuí a ver su presentación triunfal, una faringitis que me ha tenido bastante fastidiada la mayor parte de las vacaciones. Es que una no puede resistirse al desfile, cada año lamentablemente más cutre, de los Reyes Magos.


Solo hay otra cosa a la que odio faltar, muy por encima de la cabalgata, los fuegos artificiales de nuestro santo patrón, como pudieron comprobar algunos el año pasado. A los fuegos creo que no he faltado ningún año, salvo cuando no he estado en mi ciudad y el año pasado, y vaya rebote que pillé; lo siento, soy así. Por muy cutre que sea y por mucho que tenga que pegarme con millones de personas para llegar, aparcar y encontrar un huequecito donde poder disfrutar del espectáculo, no puedo evitarlo, tengo que estar allí; si no, parece que me falta algo. A otros les da por matar orcos jejeje...

En el apartado de cosas chupis de estas Navidades, superchupis diría yo, tenemos la llegada de dos angelitos el día 25 de diciembre, fun, fun, fun, encargados por una buena amiga, de esas con las que compartes muchas cosas durante un tiempo trascendental de tu vida, el colegio, más concretamente un internado... Algún día tengo que escribir sobre eso... Luego pasa una temporada, con enfado de por medio, en la que no sabes nada y un feliz encuentro, de película: primera hora de la mañana, cafetería típica de carretera en el que todo el mundo para, pero que está a kilómetros de tu lugar de origen, en la que te detienes para desayunar algo, un pis, y a continuar viaje, y de repente, yo comiendo, va a sonar mal, lo sé, con un chorizo en la boca, vale, sigamos, era pan con chorizo, y oigo "mi nombre", ¿ein? ¿quien narices va a conocerme aquí?, me vuelvo: pero "su nombre" ¿¿qué coñx haces aquí???, dos besos, atención, el chorizo seguía en mi boca, y era un trozo grande (me estoy empezando a parecer a los del tomate), trago como puedo y observo un tío a su lado: pues nada, que me voy de viaje de novios, de crucero por el mediterráneo, que me casé el sábado, (OJOS COMO PLATOS (los míos)) este es mi marido, uy, que raro suena jejeje... Después, lo típico, intercambio de teléfonos y tal. Y bueno, sigues en contacto, de lejos, pero con mucho cariño. Pues eso, que me empiezo ha enrollar y no paro, ha tenido gemelos: Alexander y Gabriel. Espero poder conocerlos pronto. Bienvenidos a este mundo cruel y en ocasiones bonito.

2 comentarios:

Azid Phreak dijo...

Felicidades por tu salida del fabuloso mundo de la faringitis. Yo se de uno al que le han invitado a entrar cuando tu salías. Hay cosas que nunca sabré como agradecer...

En cuanto a la cabalgata y los fuegos, a mi no me gustaban cuando era un mocoso, así que ahora el pasotismo ha crecido. Digamos que prefiero matar orcos... Si tuviera que elegir una de las dos cosas me quedaría con la cabalgata. Ver la cara de alguno de los críos no tiene precio.

Saluten morguen

Kampanilla dijo...

Todavía no he soltado el catarro. Mis noches son un mar de toses y toses y nervios porque Morfeo no acaba de llegar. Mis ojeras están llegando a límites insospechados. ¡¡Muerte al catarro!!
Salu2.

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