Historias de una petarda - Capítulo 3 - Comienzo de un amor

Todo comenzó en un pub de pueblo, bastante famoso sobre todo por sus movidas, hace alrededor de 10 años. La petarda tenía por aquel entonces 17 primaveras y la noche de autos, llevaba puesto un vestidito azul que había comprado en unas vacaciones en Alicante o Benidorn, no estoy segura. Por lo visto el vestidito dejaba poco a la imaginación y "amenazó", en varias ocasiones, con traerme una foto en la que aparecía con él puesto, porque ella antes, según decía, estaba muy delgadita y muy bien. Y lo comentaba de tal forma que en lugar de estar contándolo una chica de veintipocos años, parecía que lo estuviese contado una amargada de cuarenta y muchos, con una nostalgia infinita de sus años mozos. Nunca llegué a ver la foto en cuestión, y tengo que reconocer que me quedé con las ganas, porque, conociéndola, a saber que es lo que era para ella que el vestido era muy corto y con mucho escote porque de la forma en que lo decía, parecía que iba disfrazada de profesional, y exagerada era un rato.

Era una de sus primeras salidas nocturnas y disfrutaba bailando como una loca encima de unos altavoces que había en el pub, y claro, suma vestidito corto, bailar en un lugar elevado y chicos alborotados por las hormonas: éxito seguro. Ese fue el día que conoció al Chupa-chups, que en esa época ya estaba estudiando la carrera. Los comienzos son confusos. Por lo visto durante el primer año de noviazgo, los amigos de él la estuvieron vacilando hasta que el Chupa-chups tuvo las narices necesarias para confirmarle lo que todo el mundo comentaba, que la había puesto lo cuernos a los 15 días de empezar a salir. Todo esto me lleva a sacar dos conclusiones:

- Ella cuenta como que empezaron a salir desde la primera vez que le rozó la mano, digo yo, por no decir cuando le dijo que estudiaba para ingeniero y debió pensar: "a este le agarro y no le suelto".

- Para él era un rollo más, y en cuanto se le cruzó otra aprovechó la oportunidad. Pero no contaba con que la petarda, era mucha petarda, y cuando se la metía algo entre ceja y ceja, estabas perdido.

Tras estos confusos momentos, ella tomó las riendas de la relación, y él, se dejaba llevar. Pero lo de que le hubiese puesto los cuernos a los 15 días de haber empezado a salir se le quedó grabado a fuego en la memoria y cada dos por tres lo saltaba. Por ejemplo cuando no le dejaba salir con los amigos solo, o cuando le cogía el móvil y le borraba los números de teléfono de chicas a las que ella no conocía, o cuando le montaba un pollo porque le había pillado un mensaje sospechoso en el móvil... (porque, cada cierto tiempo le hacía "controles sorpresa" en el móvil, a veces con él delante que no podía más que aguantarse y muchas veces a escondidas). Su justificación para estos celos enfermizos era que la había puesto los cuernos a los 15 días de haber empezado a salir y había permitido que sus amigos se riesen de ella durante un año y que eso no se la iba a olvidar en la vida. Y yo la decía: "chica, pues una de dos, o lo dejas con él o lo olvidas y sigues adelante" pero nada, ella seguía erre que erre. Claro, no iba a soltar a la presa, con lo que le había costado y el tiempo y demás que había invertido.

2 comentarios:

lucy liu dijo...

Ya tenía ganas de leer la siguiente entrada de la petarda..jeje. Se te echaba de menos
Un saludo

Versión11 dijo...

De mantis de esas conozco yo unas cuantas. Y dicen que es una especie en peligro de extinción... ja!

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